domingo, 9 de octubre de 2011

La deuda

Esta es la historia de un chaval llamado España, que vivía en un barrio cuyo nombre era Democracia. Como todos los chicos de su barrio, no pensaba en el futuro. Para él, el futuro eran siempre los próximos cuatro años, más allá es como si el tiempo no existiera, como si lo que ocurriera transcurrido ese intervalo no tuviera nada que ver con él. Cuando pasaban los cuatro años, de repente sólo pensaba en los siguientes cuatro, y de nuevo el futuro más allá no existía. Esta miopía previsora era un mal común del que padecían todos los chicos del barrio.

Por la avenida principal, a menudo tronaba el descapotable del tipo rico de la ciudad: Estados Unidos. Le encantaba darse vueltas para dejarse ver y demostrar cuánto dinero tenía, dejando una estela de humo y ruido a su paso. A menudo trataba de imponer su ley en la calle, ya que era el tipo más fuerte del lugar, y no dudaba en amenazar e incluso agredir a aquel que no pensaba como él.

En la plaza principal del barrio siempre estaban sentadas las tres vecinas más cotillas del lugar, que no perdían detalle de todo lo que decían o hacían los chicos del barrio. Presumían de conocer en qué gastaba hasta el último céntimo cada uno de los chavales. Se llamaban Moody’s, Fitch y S&P. Las tres vivían en la mansión de Estados Unidos.

Cada chico ganaba el dinero que podía y se lo gastaba en lo que le parecía, pero había un lugar llamado el Mercado donde todos podían ir cuando necesitan algo de dinerillo extra.

España fue uno de los últimos en llegar a vivir a Democracia. No ganaba demasiado pero tampoco tenía muchos gastos, vivía humildemente con lo que podía y se metía en sus propios asuntos. Había pasado tiempos difíciles y el hecho de vivir en ese barrio ya era para él un gran triunfo.
Pronto se hizo amigo de sus vecinos y vio que todos ellos tenían más cosas que él. ¿De dónde sacaban el dinero para todas esas cosas? Un día decidió preguntarles y descubrió su secreto: todos los meses iban al Mercado y pedían un poco de dinero extra. Era fácil, nadie hacía preguntas. Te daban el dinero y tú a cambio te comprometías a devolverlo con intereses. España no sabía quienes eran aquellos tipos ni cómo se las gastaban, pero como vio que la mayoría del dinero sería devuelto después de los próximos 4 años, y para él el tiempo más allá de esa fecha carecía de importancia, decidió hacer como todos los demás y se aficionó a ir al Mercado todos los meses a por algo de dinero.
Cuando venían malos tiempos y en el trabajo le pagaban algo menos, o si tenía algún gasto extra que deseaba afrontar, ese mes pedía un poco más de dinero y asunto zanjado.
Poco a poco se fue dando cuenta de que cada vez destinaba más parte de su sueldo a pagar los intereses de todo el dinero que había pedido en el Mercado, pero de momento la cosa no era grave, siempre podía pedir un poco más y en los próximos 4 años no vislumbraba ningún obstáculo insalvable.

Pasaron los años plácidamente hasta que un buen día algo ocurrió. Estados Unidos había estado estafando a otros chicos vendiéndoles cheques en los que ponía “Hipotecas subprime” y que aseguraba que eran muy valiosos y se los dejaba muy baratos, pero luego resultó que no tenían ningún valor. Además, algunos chicos del edificio de Europa, entre los que se encontraba España, llevaban demasiados años pidiendo dinero y viviendo por encima de sus posibilidades.
Como vinieron malos tiempos todos los chicos fueron al Mercado a pedir algo más de dinero para afrontarlos, como habían hecho siempre. Pero los tipos del Mercado empezaron también a temer que llegara un día en que los vecinos dejaran de pagar sus deudas, así que continuaron prestando el dinero pero cada vez más y más caro.

España estaba preocupado por lo que le había pasado a uno de sus vecinos, un chaval más pequeño que él llamado Grecia. Un buen día dejaron de confiar en que pudiera devolver todo lo que le habían prestado. Los tipos del Mercado, temerosos de perder su dinero, preguntaron a quienes, según ellos, más sabían de la gente del barrio, que eran las tres vecinas cotillas (Moody’s, Fitch y S&P). Las vecinas dijeron que no sería capaz de pagar todo lo que debía y los tipos del Mercado decidieron dejar de darle dinero. Grecia empezó a tener problemas para pagar las letras y llegar a fin de mes, su situación se hacía insostenible. Sus vecinos mayores, con los que tantas cosas había compartido, con Alemania y Francia a la cabeza, decidieron prestarle dinero, darle algo para ir tirando. Pero a cambio y para que su bancarrota no les arrastrase a ellos, le obligaron a vivir de otra manera: ya no se podría endeudar más y tenía que hacer exactamente lo que ellos le dijeran para conseguirlo. ¿Y qué era eso que tenía que hacer? Pues lo que fuera necesario para conseguir calmar a los tipos del Mercado (y de paso a las tres cotillas) y así nadie dudara de que podía afrontar sus deudas.

Así que Grecia dejó de ser libre, a partir de ahora tenía que comportarse como querían sus vecinos mayores, que además era como deseaban los tipos del Mercado y las vecinas cotillas. Ojalá nunca hubiera ido al Mercado a pedir dinero. Pero ya era tarde, nunca había pensado que éste día llegaría porque estaba más allá de los 4 años que él podía ver.
El problema era que al no poder pedir dinero era totalmente incapaz de llegar a fin de mes, las deudas le comían y no podía afrontar los recibos. Pero si caía en bancarrota entonces perdería su trabajo y su sueldo y todo aquello por lo que siempre había luchado.

Grecia no era el único en esa situación. Irlanda y el vecino de España, Portugal, estaban empezando a pasar por una situación similar. Incluso él mismo y un vecino mayor qué el, Italia, empezaban a estar en el punto de mira.
Él lo notaba. La gente hablaba por la calle. En el Mercado cada vez le pedían más intereses por prestarle dinero. Estaba asustado. La gente decía que un chaval más pequeño podría ser ayudado por los chicos más mayores, pero que él ya era lo suficientemente grande como para tener que cuidarse por si sólo, que nadie le podría ayudar.

Las tres cotillas no paraban de inventar cosas sobre él para que pareciera que se encontraba en problemas. ¿Por qué los tipos del Mercado les hacían caso? Cuando Estados Unidos estafó al resto de chicos con los papeles en los que ponía “Hipotecas subprime”, las cotillas dijeron que esos papeles eran muy valiosos. Luego se descubrió que no era así, que ellas habían mentido o al menos sabían tan poco como el resto de la gente. Además, como vivían en la mansión de Estados Unidos siempre hablaban muy bien de él y los tipos del Mercado confiaban a ciegas en él, ¿no era evidente que no podían ser objetivas? Todo el mundo sabía que Estados Unidos era el que más dinero pedía en el Mercado, pero debido a su tamaño y a estas mujeres nadie se atrevía a dudar de su solvencia.

Entre unos y otros hacían la vida de España imposible. Si nunca hubiera pedido dinero, podría haber ido viviendo con su sueldo y ahora sería un tipo feliz, sin importarle lo que dijeran los demás porque no tendría que pedirle nada a nadie. Sería libre, podría tomar sus propias decisiones y hacer con su sueldo lo que estimara oportuno. Ahora su única opción era saldar su deuda, cosa a día de hoy imposible, pero al menos debería esforzarse en no ir al Mercado a pedir más dinero extra, y a devolver cada año un poco del dinero que debía y así, si tenía suerte y conseguía que las cotillas y los tipos del Mercado no le asfixiaran, un día podría devolver todo lo que había pedido en estos años y ser por fin libre.

Pero España no podía darse cuenta de todo eso, porque recordemos que sólo podía pensar en un plazo de 4 años, así que sólo se preocupaba de ver cómo podría sobrevivir los próximos 4 años y luego, pues ya vería. Aunque tal vez luego, ya fuera demasiado tarde.

3 comentarios:

  1. Que casualidad que el cambio de cerebro de este chaval, de España, se produce cada cuatro años... casualidades de la vida , - )

    Muy bueno ; - )

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  2. ¿Y como acabará este cuento? Necesito el final. :)

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  3. Jajaja... esperemos que no se lo coma el lobo ;)

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