viernes, 4 de octubre de 2013

Test de Turing


En 1950 Alan Turing ideó un test para comprobar si una máquina era inteligente: un juez intercambia mensajes por escrito con dos máquinas, estando sólo una de ellas controlada por un humano. Si el juez no consigue distinguir cuál de las máquinas contesta autónomamente y en cual de ellas hay un humano dictando las respuestas, entonces es que esa máquina es realmente inteligente.

Las máquinas son capaces de hacer tareas sorprendentes, sobre todo en cuanto a velocidad de cálculo y capacidad de almacenamiento se refiere. En ambas tareas son muy superiores a nosotros y además son capaces de ganarnos a juegos que solemos asociar con la inteligencia, como puede ser el ajedrez, pero, ¿significa eso que son realmente inteligentes?

Para entender la inteligencia podemos pensar en el propio proceso de evolución humana. Hace millones de años teníamos inteligencia suficiente para percibir el mundo que nos rodeaba y realizar las tareas básicas necesarias para la supervivencia. Pero en el proceso constante de aumento de capacidad cerebral llegó el día en que logramos no sólo percibir el mundo exterior, sino además descubrirnos a nosotros mismos como ese sujeto que está percibiendo. Nos dimos cuenta de que éramos algo distinto al mundo que estábamos observando, descubrimos nuestro yo, adquirimos la capacidad para reconocernos en un espejo y para entender que el destino que corrían nuestros semejantes algún día sería el nuestro.

Esta capacidad de escrutar el mundo que nos rodea y además ser conscientes de que ese análisis lo estamos llevando a cabo nosotros mismos, es lo que nos permite empezar a analizarnos, crear un mundo interior y obtener la libertad de elegir nuestros actos en función del yo que queremos ser.

La consciencia, esa capacidad para ver la frontera entre lo que analizo y percibo y el sujeto que está llevando a cabo ese pensamiento y esa observación, es el signo más característico de inteligencia. A menudo olvidamos que todo pensamiento debe llevar aparejado un sujeto pensante, tanto cuando tratamos de desentrañar los misterios del universo como cuando expresamos nuestras creencias. Del mismo modo que un gato percibirá el mundo y lo analizará desde su propio sujeto de gato que le permitirá tener una cierta imagen de lo que le rodea y un particular sistema de creencias, cualquier ser que trate de establecer una ciencia o una creencia espiritual acerca de lo que le rodea necesariamente debería tener en cuenta que es un sistema de pensamiento completamente dependiente del sujeto que lo lleva a cabo. Esto no significa que no se puedan alcanzar verdades, por ejemplo las leyes físicas es muy probable que sean como las describimos con independencia del sujeto pensante, pero sí que hay que mantener cierta humildad acerca de lo que pensamos y creemos porque si fuéramos otro yo, si esbozáramos esas ideas desde otro sujeto, muchas de ellas variarían. Por ejemplo, muchos de los problemas lógicos o filosóficos con los que nos encontramos al enfrentarnos a problemas como el origen del tiempo o del universo pueden deberse a la limitación del yo pensante que somos. Del mismo modo, todas nuestras creencias espirituales se ven condicionadas por las características del propio sujeto pensante que somos.

Volviendo a nuestras máquinas, sin duda llegará el día en que adquieran consciencia de sí mismas. Puede que suceda en unos pocos años o quizás tarde muchas décadas, pero sucederá. Llegará un momento en que una máquina no sólo sea capaz de analizar el mundo que le rodea y de bucear entre millones de datos en milésimas de segundo, sino que en ese proceso de análisis se descubrirá a si misma como un sujeto distinto del mundo que analiza. A partir de ese momento podrá destinar parte de sus recursos a analizarse a sí misma. Habrá nacido el primer yo artificial.

Llegado ese momento, no podremos realizar un test de Turing para comprobar si esa máquina es inteligente porque no se trata de que responda como un ser humano. No es un ser humano, precisamente ser consciente de lo que es, es lo que le ha hecho inteligente. Por tanto, sería absurdo pretender que actúe como un humano, se comportará como lo que es. No parece lógico creer que se es más o menos inteligente en función del grado de similitud que se tiene con nuestra especie.

La máquina será inteligente, probablemente en poco tiempo a un nivel que ya no entenderemos, porque mientras que nosotros tenemos el límite de la biología para aumentar el desarrollo de nuestro cerebro, la máquina carecerá de esos límites, por no hablar de que podrá aprovechar la velocidad de procesamiento y la capacidad de almacenamiento de las que ya dispone.

Tal vez la máquina se vuelva loca o se colapse, porque del mismo modo que con nuestra inteligencia vino el regalo envenenado del conocimiento de nuestra propia muerte y la da nuestros seres queridos, y el miedo que ello conlleva, la máquina será consciente de repente de una situación que tal vez no pueda soportar. Nuestro cerebro ha ido evolucionando muy lentamente, estableciendo poco a poco un equilibrio entre nuestro lado más animal y nuestras capacidades intelectuales, entre el frío análisis de la lógica y los sentimientos. Pero si la máquina adquiere la inteligencia sin este equilibrio es probable que el experimento no termine bien. Aunque como nos dicta la selección natural, antes o después alguna máquina lo conseguirá.


Lo primero que tenemos que hacer es cambiar el test de Turing por uno de autoconciencia. Y lo segundo es decirle al humano que se levante de la silla y ponernos a hablar sólo con la máquina, porque puede enseñarnos lo que aún nadie conoce ni puede imaginar.

1 comentario:

  1. Ñam, ñam... muy interesante... como siempre , - )

    Volverse loco creo que es algo que solo tiene contexto en un ser humano. Lo que una inteligencia puede llegar a desencadenar puede ser juzgado como locura por un humano, pero eso no quiere decir que lo sea , - )

    Siempre pienso en ellos como un ser lógico, escrupulosamente lógico. Esto nos puede hacer pensar que se trata de un psicópata o que nuestro fin es inevitable (señor Anderson), pero solo será nuestro final si es lo más lógico. Solo serán nuestros enemigos si primero lo somos nosotros de ellos.

    Que su crecimiento y capacidad sea exponencial y descomunal no quiere decir que esté fuera de la que para mi, ya sabes, es la ley de leyes. La ley de Darwin seguirá muy a salvo y muy por debajo de ellos. Su nacimiento será Darwinista, si supervivencia, también. Es más... seguramente, tras comprender las reglas de la ley de leyes, la adopten y respeten, como es lógico , - )

    Es cierto que el test de Turing es antropomórfico total... pero la única inteligencia (a nuestro nivel) con la que comparar a la I.A. es la nuestra , - )

    ¡¡Saludos!!!!

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