viernes, 30 de diciembre de 2022

Entrelazados

Un matrimonio de ancianos que siempre permanecieron unidos y se quisieron durante muchísimos años, afronta el final de sus vidas en habitaciones separadas de un hospital. 

Unos científicos monitorizan la actividad cerebral de ambos ancianos. La muerte del hombre es inminente y ellos están esperando ese momento. 

Su experimento funciona: en el instante en el que el hombre muere, se produce una actividad cerebral inusitada en el cerebro de la mujer, pese a que se encuentran separados y nadie le ha comunicado la noticia.

Así comienza la novela Ánima, de John Darnton. En ella se especula sobre la posibilidad de que exista algo que nos entrelace de algún modo aparentemente sobrenatural y si ese algo puede ser medido.


La novela no se introduce más en una hipotética explicación científica de ese entrelazamiento, pero en el mundo de la física, dicha palabra entrelazamiento nos conduce inevitablemente al mundo de lo muy pequeño: la mecánica cuántica.

Es una propiedad importante de las partículas e implica que, cuando dos partículas están entrelazadas, sus estados quedan para siempre relacionados, sin importar lo lejos que se encuentren.

Otra propiedad importante de lo muy pequeño, es que las partículas no se encuentran en un estado definido hasta que no son medidas. No es que lo desconozcamos, es que hasta ese momento se encuentran en todos los estados posibles simultáneamente, con una probabilidad asociada a cada uno de ellos. En el momento de medir, es cuando se decantan por uno de esos estados posibles.

Cuando dos partículas están entrelazadas, es como si sus estados fuesen complementarios. Es decir, supongamos para ilustrarlo que una característica pudiera ser que la partícula sea blanca o roja. Pues bien, si medimos una de las dos partículas entrelazadas y resulta ser blanca, automáticamente la otra partícula se convertiría en roja.

No importa que una partícula se encuentre en la Tierra y la otra en Neptuno, de manera instantánea la partícula entrelazada adquiriría el estado complementario al medido en la partícula terrestre.

Más aún, si en lugar de blanca o roja, modificamos nuestro detector para que la partícula sea rosa o verde, al medir una de las partículas y comprobar que su estado es verde, automáticamente la otra sería rosa.

No es sólo que el hecho de medir defina el estado de la partícula, sino que en función de cómo se realice esa medida, de cómo se plantee el experimento, estamos forzando a adquirir el estado complementario a la partícula entrelazada.

¿Cómo sabe la partícula entrelazada que se encuentra en Neptuno la manera en la que se ha planteado el experimento y lo que nosotros medimos en la Tierra para adoptar el estado complementario de forma instantánea?

Los físicos cuánticos no conocen esa respuesta, pero esta es una propiedad científica totalmente contrastada ya que ha superado numerosos experimentos. 


Quizás haya algo también que nos entrelace a las personas de algún modo y que nos conecte más allá de lo que vemos.


Quizás entre nuestros cerebros existan a veces partículas entrelazadas de modo que, cuando le suceda algo a una de ellas en un cerebro, la partícula entrelazada adquiera el estado complementario en el otro cerebro y, como el efecto mariposa, altere el estado de otras neuronas y acabe provocando reacciones perceptibles por nuestra consciencia.


Quizás, aparte de los modos que ya conocemos, algo más entreteje nuestra tela de araña y hace que todos estemos entrelazados.