lunes, 15 de noviembre de 2021

Metayó

Dicen que hubo una eternidad de miles de millones de años en la que yo no existía. 
Eones en los que incontables seres nacieron y murieron.
De repente, tomé conciencia dentro de un cuerpo humano hace un puñado de años. ¿Por qué soy este ser y no otro? ¿Por qué ahora y no en otro momento?
Soy esta conciencia con sus capacidades y sus limitaciones. Un ser efímero.
Pero del mismo modo que de repente surgí en esta conciencia, ¿no es posible que en el futuro sea otra conciencia? Bueno, estrictamente hablando yo no puedo ser otra conciencia, porque no seré yo, será otro yo. Pero de nuevo puede que sienta ser otro yo, en otro momento, en otro lugar, quizás en otra especie, puede que en otro planeta. Otro ser que se pregunte por qué ahora y por qué aquí.
Del mismo modo, quizás en los eones que nos preceden tuvimos la experiencia de ser otros seres, con muchas preguntas y la misma angustia por su futuro.
Seres inconexos, diferentes "yo" que se concatenan entre sí incapaces de conocerse o recordarse unos a otros.
Extraña inmortalidad.

Para que hubiera un sentido, tendría que existir una especie de metayó. Un "yo" que trascendiera a todos los "yo", del que cada "yo" no fuera sino una experiencia concreta.
Sería algo análogo a cuando soñamos, que experimentamos una existencia inconexa, sin recuerdos previos, en un mundo diferente al habitual en el que no recordamos quiénes somos realmente. Pero al despertar, el sueño pasa a ser una experiencia más dentro de lo que somos.
Del mismo modo, cada "yo" no sería sino una especie de sueño para el metayó, el sentido y la conexión entre los "yo" sólo se obtendría al despertar de nuestro actual "yo" y volver al metayó.
No podemos saber nada del metayó del mismo modo que en un sueño no somos conscientes de que estamos soñando, de que ese decorado es irreal y todo lo que acontece sólo sucede en realidad en el interior de nuestro cerebro.

En cualquier caso, el metayó nunca podrá ser una teoría científica porque no establece ningún modo de comprobarla ni refutarla.
Siguiéndola corremos además el riesgo de basar nuestra vida en una idea que quizás no exista y no aprovechar al máximo nuestro "yo", que es de lo único que podemos estar medianamente seguros.

La vida seguirá teniendo el sentido que nosotros le demos, seguiremos construyéndola con las pequeñas verdades que aprendemos en nuestro viaje.
Pequeñas verdades que tal vez al escribirlas un "yo" pueda transmitírselas a su futuro "yo", recordándole de algún modo lo que alguna vez supo, conectando de alguna forma esos dos "yo" inconexos.
Construyendo puentes que nos conectan con posibles existencias pasadas o futuras sin imaginar que de algún modo, nosotros hemos creado ambos extremos del puente.

Tendiendo puentes que al menos nos unen a ti y a mí.