sábado, 18 de junio de 2011

Más allá no ha ido nadie

Cuando era niño solía pensar que, en cierto modo, es una pena que ya toda la Tierra esté descubierta. Debe haber sido emocionante haber vivido en un mundo en el que parte de los mapas estaban sin dibujar, en el que había mares que no se sabía hasta dónde llegaban; un mundo en el que había puntos en los que se podía decir “más allá no ha ido nadie” y ser tú el primero en ir más allá.

Pero quedan todavía muchos “mapas” sin dibujar. Desde nuestra más tierna infancia asistimos a clases que nos enseñan, poco a poco, el vasto conocimiento humano. Durante años tratan nuestros profesores, con más o menos éxito, de enseñarnos lo esencial de dicho conocimiento. Así que pronto somos conscientes de que todo está ya descubierto, que por mucho que estudiemos sólo recorreremos caminos que otros han trazado. ¿Para qué esforzarse por aprender si ya no queda nada por descubrir?

Decía Isaac Newton que lo que sabemos es una gota de agua y lo que desconocemos el océano. Puede que desde entonces hayamos descubierto muchas otras gotas, incluso lagos enteros, pero sigue quedando un océano por descubrir.
Nos empeñamos en educar contando cómo son las gotas que ya hemos visto, en lugar de explicar, además,  que hay todo un océano sin explorar.

Podríamos enseñar todos los teoremas matemáticos que aún están sin demostrar, que la inmensa mayoría del universo está compuesta de algo que no tenemos ni idea de lo que es o que la mayor parte del genoma humano hace cosas inexplicables a nuestros ojos. Podríamos decir a los niños que estamos empezando a descubrir planetas que podrían albergar vida tal y como nosotros la conocemos.

Deberíamos volver a señalarles a los niños y a los adolescentes los puntos en los que se puede decir que nadie ha ido más allá, de no privarles del deseo de descubrir ese mundo que aún está sin dibujar, antes de que crezcan y ya no sean capaces de ver más allá de la gota en la que flotan.

1 comentario:

  1. Yo creo que más que enseñarles lo que tendríamos es que aprender de ellos, de su mirada crítica, de su sana ansia de conocimiento. Ellos no pierden la oportunidad de sorprenderse con lo simple pero bello.

    En cada punto, en cada segundo hay un inconmensurable universo por conocer, por examinar, por comprender. Tan solo hemos comenzado a preguntarnos como, y nos quedan todos los porqués...

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