sábado, 19 de noviembre de 2011

Desear que el tiempo pase

Cada vez que deseas que el tiempo pase es como anhelar estar muerto durante ese tiempo.
Consideramos que es una suerte que la semana transcurra rápidamente para que llegue el fin de semana o el festivo de turno. Expresiones del tipo “qué larga se me está haciendo la semana” son una forma de decir que por más que quieres que se acelere, el tiempo pasa lentamente. Pero el tiempo es lo único que tenemos y es tan escaso que seguramente un día echaremos de menos todas esas semanas que ahora deseamos que pasen.

El estudiante anhela el viernes por la noche; el trabajador, el descanso del fin de semana. La enamorada la vuelta de su amado; el futbolista, el partido del domingo. El rico, el cobro de sus intereses; el hambriento, la hora de comer. La madre, que su bebé crezca y deje de llorar, aunque luego le tocará llorar a ella el día que el bebé sea mayor y se haya ido. 
Al final sólo vivimos un puñado de horas que son las únicas a las que hemos prestado atención.

Cuenta una leyenda que un día llegó un viajero a un lejano lugar y se encontró un cementerio. Entró en él y comenzó a observar las lápidas. En ellas estaban inscritos los nombres de los difuntos con la edad que tenían al morir, como es costumbre en tantos lugares del mundo. Pero lo que le llamó la atención fue que todos eran niños, ninguno tenía más de seis o siete años al morir. Salió del cementerio y cuando por fin encontró a alguien con quien hablar le preguntó por aquel misterio. Resultó que los muertos no eran niños, sino que en las lápidas los habitantes de aquel lugar ponían el tiempo que realmente había vivido la gente, el tiempo que vivieron con ilusión, el tiempo que realmente disfrutaron de vivir sin desear que las horas pasaran.

Sólo el condenado a muerte, o el que se va a someter a una delicada operación saborea cada hora de vida, degusta cada minuto. ¿Por qué no valoramos la vida hasta que no la vemos peligrar en el horizonte? ¿Por qué deseamos que pase cuando está en su plenitud?
Tal vez no nos guste nuestro trabajo o lo que estudiamos o cómo vivimos. Pero entonces podemos hacer dos cosas: tratar de cambiarlo o aceptarlo como es e intentar disfrutarlo, saborearlo, exprimir cada día.
Quizás no necesites seguir el ritmo de vida que te has impuesto. Como dice uno de los personajes de la película “El club de la lucha”: tenemos trabajos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos. Así que puede que la solución sea replantearse el modo de vida que llevamos y hasta qué punto nuestras necesidades son tales.

Pero si nuestra vida no permite muchas más salidas también podemos aplicar la filosofía presente por ejemplo en el libro “Fish”, que narra la felicidad que emana de los trabajadores de una pescadería. Cuando se les pregunta por su secreto la respuesta es simple: independientemente de su actitud van a pasar las próximas ocho horas del día vendiendo pescado en la tienda. Lo que pueden elegir es cómo hacerlo, si con tristeza, resignación y malas caras o contentos y tratando de alegrar y compartir el día con sus compañeros de trabajo y los clientes.

Las cosas no son como nos dijeron que serían cuando éramos niños, ni como nos merecemos. No son como nuestros padres creyeron que serían, ni como nos lo contaron en las películas. Las cosas son como son y de nosotros depende decidir si queremos o no tratar de cambiarlas. Pero si estimamos que esto no es posible o que los posibles cambios no serán mejores, tratemos de disfrutarlas como son en lugar de vivir en la nostalgia y la queja, saboreando todas y cada una de las horas que tenemos los ojos abiertos, para que algún día cuando alguien mire nuestra lápida no piense que morimos siendo niños.

1 comentario:

  1. Estupenda reflexión... de las "útiles"... una injusticia cotidiana más... no apreciar lo que tenemos hasta que lo perdemos o corremos el riesgo claro de perderlo... así somos. ¡¡Me encanta la referencia al club de la lucha!!!... Vivir.. aquí y ahora.. fuerte.. decidido.. saboreando incluso las peores cosas.. porque lo realmente malo es no estar para vivirlas , - )

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