El gasto en mascotas en EEUU superó en 2011 los cincuenta
mil millones de dólares (superior al PIB de muchos países). Estos gastos no se
refieren únicamente a comida y vacunas, sino que también incluyen peluquerías, ropa,
guarderías para cuando los dueños no están en casa, seguros médicos o planes de
pensiones. En el resto de países ricos la situación no es muy diferente (aunque
lógicamente a menor escala).
¿Por qué queremos tanto a nuestras mascotas? Muchas
son las razones que pueden justificar nuestro amor hacia ellas: son fieles, nos
quieren de forma incondicional (al menos en el caso de los perros), dependen de
nosotros para sobrevivir (lo que genera una especie de sentimiento de
paternidad). Pero una de las razones más importantes es que son íntegros, no en
el sentido de honrados y justos, sino en la acepción de que son de una sola
pieza. No tienen las múltiples caras que tenemos los humanos en función de la
situación social en la que nos encontramos. No cambian la opinión que tienen
hacia nosotros dependiendo de si estamos o no delante. Esto nos genera
confianza, nos da la seguridad de que podemos contar con ellos, de que sus
actos son sinceros y no medidos en función de otros intereses. Nos tranquiliza
saber que no nos van a defraudar descubriendo quiénes son realmente cuando creen
que no estamos allí para verlos u oírlos.
Cuenta una fábula que un príncipe hirió de muerte a un
campesino en una de sus cacerías. Erró un disparo dirigido a un ciervo al que
perseguía durante varios kilómetros, con tan mala fortuna que la bala terminó
por alcanzar a un hombre que se encontraba labrando sus tierras. La hija del
campesino, que tenía entre los lugareños fama de bruja, lanzó sobre él una
maldición destinada a hacerle perder toda su fortuna.
Desde ese día, un pájaro mágico que tenía la capacidad
de hablar, volaba siempre alrededor del príncipe. Éste al principio no le dio
importancia pero pronto descubrió la tarea del ave. Cada vez que el príncipe
tenía una conversación y hablaba de otras personas que no estaban allí
presentes, el pájaro buscaba a esas personas y les comunicaba todo lo que el
príncipe había dicho de ellas.
Pronto todos los príncipes y princesas de los reinos
aledaños conocían todo lo que el príncipe decía de ellos cuando no estaban
presentes. El príncipe cada día se encontraba más sólo y su reino más
amenazado, pues bastaba que pronunciara una mala palabra sobre alguien para
conseguir la enemistad con dicha persona. Trató de matar al pájaro, le disparó,
le lanzó piedras, ideó trampas para atraparlo, pero todo fue inútil, el ave
siempre esquivaba sus embestidas.
No tuvo más remedio que empezar a hablar y a
comportarse como si todo el mundo estuviera presente, como si todos le pudieran
ver y oír. Pasaron los meses y dejó de importarle que el pájaro estuviera a su
lado, no tenía nada que ocultar y su comportamiento era íntegro. El resto de
nobles y príncipes empezaron a apreciarle más, confiaban en él, sabían que no
les ofrecía una cara a ellos y luego variaba cuando hablaba con otros.
De alguna manera era ahora más feliz y hacía más feliz
a la gente. Buscó a la hija del campesino para disculparse por lo ocurrido y
prometió controlar sus cacerías con el fin de que no se produjeran más
accidentes. Le dio un baúl de monedas de oro para que su familia pudiera vivir dignamente
sin el sustento de su padre. La muchacha, al ver su arrepentimiento sincero,
deshizo el hechizo y el pájaro desapareció. Pero al príncipe ya no le molestaba
su presencia e incluso llegó a echarle de menos. Siguió comportándose como si
el ave estuviera siempre a su lado.
Si al hablar de otros pensamos que el pájaro mágico
está a nuestro lado y nos imaginamos qué pensarían esas personas si nos
estuvieran oyendo hablar así de ellas, este ejercicio mental nos ayudaría a ser
más íntegros. No significa que seamos menos libres, sino que nuestras
opiniones, sean éstas las que sean y de quien sean, las defendemos del mismo
modo sin importar quiénes nos escuchan o en la situación social en la que nos
encontramos.
Tal vez así muchos seres humanos canalizarían parte de
ese amor que sólo sienten por los animales hacia otros seres humanos, y algunos
de esos gastos desproporcionados que van más allá de la alimentación y la
vacunación de las mascotas podría destinarse a alimentar a otros seres humanos
que se encuentran desnutridos.
Creo que la integridad total, como la sinceridad total no caben en nuestras relaciones políticas... un ejemplo bueno es lo que sucede en la película Increíble pero falso (http://www.filmaffinity.com/es/film419621.html) que recomiendo. Aún así lo entiendo como un objetivo utópico. Ser lo más íntegro posible , - )
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